Conclusiones del Simposio - Los clubes náuticos esenciales para la náutica social

Conclusiones del Simposio - Los clubes náuticos esenciales para la náutica social

octubre 4, 2025·Equipo Zarpar
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Conclusiones del Simposio: Los clubes náuticos esenciales para la náutica social

Presidentes de las Asociaciones Autonómicas de Clubes Náuticos de la CEACNA


El cierre del simposio de clubes náuticos en Sanxenxo dejó sobre la mesa debates interesantes y algunas conclusiones claras. Los presidentes de las asociaciones autonómicas compartieron sus visiones en una ronda rápida de preguntas y respuestas que tocó todos los puntos calientes del sector.

La náutica social: más que palabras

Javier Ruiz de Cortázar, presidente de CEACNA, fue contundente: la náutica social existe y hay que reconocerla en los pliegos. No es la náutica del negocio, es la náutica de todos. Los clubes son entidades sin ánimo de lucro que aportan valores y fomentan el deporte, y eso debe verse reflejado cuando se licitan concesiones.

Teresa Sala matizó algo importante: para hacer labor social, los clubes necesitan viabilidad económica. No se puede pedir que solo se dediquen a lo social y dejen toda la parte económica a las marinas. Sin ingresos, no hay recursos para cumplir con la función social.

Gestión pública y competitividad

Juan Manuel González, vicepresidente, valoró positivamente la propuesta del director general de puertos de Andalucía de sacar al mercado puertos de las autoridades portuarias. Sería una forma de gestionar instalaciones de manera más social y competitiva, dando acceso a más actividades y participación deportiva.

Clubes de verdad vs. clubes “fake”

Uno de los momentos más interesantes llegó con Rafael Palmer, secretario de CEACNA. Si los clubes reclaman reconocimientos por su labor deportiva, también deben cumplir con sus obligaciones. Un club que no cumple su objeto social, ¿en qué se diferencia de una marina? En nada.

Palmer fue directo al hablar de los “clubes patraña”: entidades creadas ad hoc para concursar en licitaciones y aprovecharse del sistema. Es tarea de las administraciones detectarlos, pero los clubes de verdad deben ser escrupulosos en cumplir sus obligaciones para ayudar a diferenciarlos.

El equilibrio entre lo público y lo privado

Carlos Torrado defendió el modelo híbrido de gestión. El club es de sus socios, no “la casa del pueblo”, pero tampoco puede ser una fortaleza cerrada. Hay socios que pagan sin tener amarre, que apoyan al club porque creen en él, porque es su club. Eso hay que respetarlo, pero sin cerrar puertas a cal y canto.

Si tienes 500 amarres y 1.500 socios, hay 1.000 personas que necesitan servicios más allá del amarre: actividades deportivas, sociales, formación. Y gracias a esos socios es como se financian las escuelas deportivas y todas las actividades sociales.

Sostenibilidad y modernización

Luis Nogroles destacó que los clubes náuticos llevan años trabajando en sostenibilidad y concienciación marina. No son pioneros quizá, pero cuando la administración abre la puerta con requisitos ambientales, los clubes los cumplen. Pocas ventanas les dan a la administración para no estar a la altura.

Carlos Torrado añadió que las prórrogas no son solo tiempo: son oportunidades de modernización, de actualizar instalaciones con nuevas tecnologías y hacerlas más eficientes.

Transparencia y gobernanza

Teresa Sala insistió en que los clubes gestionan recursos de todos los socios y deben tener transparencia total. Aunque la Junta Directiva es quien gestiona y puede necesitar manejar información más detallada, como entidades sociales deben ser totalmente transparentes con sus miembros.

Democratización del deporte náutico

Antonio Estades conectó todos los conceptos alrededor de una idea central: los clubes tienen vocación de servicio público. Democratizar el acceso, la navegación social, la apertura a la ciudadanía… todo va en esa dirección. Y la manera de objetivarlo es obtener la declaración de utilidad pública.

El socio debe sentir que el club es suyo, pero la responsabilidad no es solo para con los socios, sino para con la ciudadanía en general. Los clubes deben formar parte del servicio público de su entorno.

La relación con la administración

Luis Nogroles lanzó un mensaje claro: los clubes están cumpliendo con todo lo que se les pide en materia social, deportiva, ambiental y de concienciación. El problema no está en los clubes, sino en que los políticos deben “adoctrinar” a sus funcionarios. Las directrices políticas son una cosa, pero luego los técnicos que se sientan a negociar no siempre entienden el mensaje y la labor real de los clubes náuticos.

Rafael Palmer añadió que el límite para el funcionario es la ley y los criterios técnicos objetivos. El político marca directrices, pero el técnico debe regirse por criterios legales y técnicos, no subjetivos. Aunque también reconoció que hace falta pedagogía: hay técnicos que no tienen ni idea de qué es un club náutico ni qué es el mar.

¿Qué es un club náutico?

Para cerrar, surgió una pregunta fundamental que debería abordarse en el próximo simposio: definir qué es realmente un club náutico.

Javier Ruiz de Cortázar lo dejó claro: jurídicamente, un club debe tener una junta directiva ad honorem, convocar asambleas cada cuatro años, y cumplir con los requisitos de las entidades sin ánimo de lucro. Nada de “clubes” con la misma persona 20 años sin celebrar una asamblea.

Y socialmente, un club debe hacer actividad náutica social. Cada uno en su dimensión (unos 20 regatas al año, otros 3), pero actividad real. Un club que solo tiene un restaurante, no es un club.

Peticiones para el futuro

El debate cerró con dos peticiones importantes:

  1. Analizar en profundidad qué es un club náutico y su relación con las federaciones territoriales (ya que al fin y al cabo, los clubes eligen a la junta de la federación… la pescadilla que se muerde la cola).
  2. Devolver la vela adaptada al programa paralímpico. Los clubes tienen la labor de abrir el mar a colectivos con dificultades, y que vuelva a ser disciplina olímpica ayudaría a ese objetivo.

Al final, lo que quedó claro es que los clubes náuticos son mucho más que amarres y restaurantes. Son la gran familia de la náutica social, como rezaba el eslogan del simposio. Una familia que defiende unos colores, que educa en valores deportivos, que trabaja en equipo, que cuida el medio ambiente y que abre el mar a toda la sociedad.

Y Sanxenso, una vez más, fue el punto de encuentro de esa familia.

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